jueves, 15 de mayo de 2014

Buenas administradoras :)

En estos tiempos de dificultades económicas en el mundo, nosotras como esposas, debemos ser sabias y administrar cada uno de los bienes que Dios nos permite. Hagamos siempre el propósito de esforzarnos en este sentido.

Continuando con el capítulo 31 de Proverbios, en sus versículos 15 al 19 que a la letra dice:
"Calcula el valor de un campo y lo compra; con sus ganancias planta un viñedo.
Decidida se ciñe la cintura y se apresta para el trabajo.
Se complace en la prosperidad de sus negocios, y no se apaga su lámpara en las noche.
Con una mano sostiene el huso y con la otra tuerce el hilo"

Que importante es que seamos personas dispuestas a ser usadas por Dios en el aspecto administrativo de nuestra vida, a diario utilizamos números, hacemos cuentas, manejamos cantidades.
Cuando fui adolescente y acompañaba a mi mamá al mercado, recuerdo que no era una experiencia agradable el pasar por varios establecimientos antes de comprar una mercancía de la cual ya se había preguntado muchas veces el precio.
La elección desde luego, era el negocio que ofrecía, aunque fuera en centavos, el precio más barato de cada uno de los productos que mi mami necesitaba. Tales acciones impacientaban y hasta me molestaban.
Cuando inicié en esta aventura de formar una familia, pude entender que esto que mi mamá hacia era importante y necesario, además de vivir en carne propia los milagros que las amas de casa necesitamos hacer cada vez que vamos a hacer compras para "estirar" nuestro dinero.
Fue entonces cuando comencé sin querer a buscar los mejores precios y las mejores condiciones de compra casi sin darme cuenta.
Lo que la Biblia plantea es muy interesante. Se presenta la imagen de esa mujer esforzada, que se ciñe y está dispuesta a trabajar para ofrecer lo mejor para su familia, que procura realizar diversas acciones que representen una ganancia para los suyos, que está lista para cuidar e invertir todo en lo que represente un beneficio.
Al paso de los años, he podido experimentar la inteligencia de esas mujeres que están prestas en esto, bendiciendo no sólo a sus hijos sino también a las siguientes generaciones.
En lo particular, creo firmemente que necesitamos la ayuda directa de Dios para poder evitar todas aquellas compras que no son necesarias, además de ser fieles en la parte de nuestra economía que le corresponde a Dios.
La próxima vez que tomemos decisiones económicas, busquemos la dirección de Dios, cuidemos nuestros bienes materiales como nuestra casa y todo lo que hay dentro de ella, pero sobre todo enseñemos a nuestros hijos a depender de Dios para todo lo que ellos hagan y administremos fielmente todo con lo que nos bendice Dios.
La administración de los bienes no es tarea fácil, implica más allá que comprar lo más barato, requiere compromiso y dedicación para elegir los gastos de nuestra familia, mantener en buenas condiciones nuestras casas y continuar el desafío de cuidar todo aquello con lo que Dios nos ha bendecido.


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